sábado, 4 de mayo de 2013

Capítulo 2




Todo seguía negro a mi alrededor. Me sentía mareada y me dolía cada músculo del cuerpo. Algo me estaba ocurriendo. De repente siento que me falta el aire, no puedo respirar.
Involuntariamente llevo mis manos  hacia el cuello, queriendo poder respirar pero en vez de tocar mi piel rocé el collar. Éste empezó a brillar con tanta intensidad que hizo que cerrara los ojos, pero todo fue un pequeño momento, luego el collar volvió a ser el de antes.
            …¿Harmonía?...
            Me revuelvo, he oído una voz y estaba muy cerca de mí.
            …¿Estás bien?...
          Otra vez. Esta vez el collar empieza a brillar de la misma forma de antes. Y de repente puedo respirar y mi voz sale atropellada.
            —¿Sí? ¿Quién es? —digo con inquietud.
—¡Oh, menos mal! Cría que te habías quedado atrapada entre la Tierra y el Limbo, que algo había salido mal, pero tu llamada me llegó.
            —¡Mamá! Pero yo no te he llamado.
            —Claro que lo has hecho. Has tocado el collar.
            Algo ha cambiado a mi alrededor. Todo se vuelve más claro, más nítido. Ya puedo ver algo al final.
            —¿A dónde me dirijo? —pregunto mientras voy avanzando.
—Te estoy enviando a la primera piedra, la amatista. Se encuentra en Hawaii.
            —¿Hawaii? —cada vez avanzo más rápido.
            —Lo siento, cariño, vas a llegar. No te puedo explicar nada.
           Y ahí se “corta” la conversación. He estado tan absorta que no me he dado cuenta que ya puedo ver el fondo de lo negro que me rodea.
Todo pasa tan rápido que en una milésima de segundo estoy en el suelo humano, rodeada de gente humana
            —¿Estás bien?
Me giro y veo que una chica esta agachada a mi lado, muy cerca. Me aparto de ella muy rápidamente y hace una mueca muy extraña. Todo el mundo a mi alrededor cuchichean:
“¿Quién es?” “¿De dónde ha salido?” “Qué extraña es”
Me siento tan cohibida  que lo único que se me ocurre es levantarme, echar a correr y esconderme en una trastienda.
Lo primero que observo al entrar es que todo está patas arriba, todo está lleno de polvo. Entonces cuando consigo tranquilizarme toco de nuevo el collar y vuelve a iluminarse intensamente.
Mientras espero  que mi madre responda observo de nuevo la habitación. Al final de esta encuentro un objeto muy grande, olvidado, tapado por una sábana y lleno de polvo. Mientras avanzo hacia el para saber de qué se trata el collar sigue brillando.
          Cuanto más me acerco, me voy dando cuenta de que es muy grande y tiene más polvo del que imaginaba. Parece que no ha pasado mucha gente por aquí desde hace mucho. Tiro de la sábana descubriendo que el objeto tan grande de la habitación es un espejo. Justo en la parte más alta del espejo se encuentra tallado en madera un Ángel. Quedé observándolo detenidamente puede que fueran unos minutos.
            —¿Harmonía?
          Di un gran salto al oír la voz de mi madre que tropecé con una red y caí de culo frente al espejo, dejando un ruido seco en la habitación.
—¡Sí! Estoy aquí —digo mientras me levantaba y me ponía de nuevo frente al espejo.
           Intenté verme reflejada pero había demasiado polvo en el cristal. Dejé salir un poco de aire de mi boca y el polvo del espejo se retiró.
            —¿Mamá?
           Ahora si me vi reflejada en el espejo no pude contener un pequeño grito. Esa no era yo. No se parecía en nada a mí. Mi melena pelirroja se había convertido en una melena corta y negra. Mis pecas habían desaparecido haciendo que mi cara no fuera tan aniñada sino más madura. Eso sí, seguía siendo hermosa.
—¿Quién es esa, al que está en el espejo? No soy yo —dije mientras me examinaba la cara con mis manos.
—Claro que no. No ibas a bajar a la Tierra siendo una semi-diosa —ahora el reflejo ha cambiado— Como ya te dije, te he reencarnado en una chica mortal.
En el espejo ya no veo el reflejo de antes, de la chica, ahora me veo tal y como era.
            —Pero yo no sé nada sobre ella —digo replicando.
—No hace falta, la chica es de un país más lejano. Podrás tener la personalidad que prefieras.
            —Pero, ¿tendré distinto aspecto con cada chico,  quiero decir, en cada lugar?
            —Sí, lo siento no puedo arriesgarme de que te descubran.
            De repente la puerta de la trastienda se abre y entra la chica que me habló por primera vez.
—Oye, de verdad, ¿estás bien? Antes te he visto un poco pálida al vernos todos allí —una sonrisa apareció en su rostro. Me cae bien.
—Sí, no te preocupes, estoy bien tan solo un poco mareada, nada más.- intento aparentar normalidad, no me he acostumbrado aun a mi voz.
—Ah, menos mal. Encanta yo soy Helena, ¿y tú eres? —me vuelve a sonreír. La sonrisa me está poniendo nerviosa.
—Eh…pues….bueno…
—¿Qué pasa, no tienes nombre? —suelta una gran carcajada y me vuelve a mirar. Está esperando mi respuesta.
—Oh, sí. Yo soy Charlotte —dirijó mi mirada al collar de mi garganta el brillo se ha apagado por completo.
—Bienvenida a Hawaii, Charlotte.
Y aquí empieza todo, mi gran aventura por la Tierra. ¿Qué me esperará allí fuera?