Los mechones de su perfecta coleta ahora
estaban sueltos y el viento los mecía graciosamente. En cambio mi pelo no se
podía decir que era perfecto como el de Helena.
Llevo aquí, en Hawaii, dos días. He pasado con Helena todo el fin de semana y
me ha dejado quedarme en su casa el tiempo que necesite.
—¡Buenos días!
Ya medio Hawaii la ha saludado. Yo soy simplemente la chica nueva que la
acompaña.
—Esta es Charlotte, viene de... ¿de dónde vienes Charlotte?
—Eh, pues de... de por ahí. De muy lejos. De un pueblito perdido.
Es la primera pregunta que me hace y la primera que no sé responder.
Ahora vamos de camino al instituto que
según ella es un lugar donde otras personas estudian. Al principio quedo
extrañada por la pregunta pero, ¿qué podía decirle yo? Al final le dije que
donde yo vivo no hay escuelas ya que es un pueblo olvidado y viejo. Creo que
quedó satisfecha con la respuesta.
—¿Sabes? En el instituto hay muchos chicos guapísimos pero por desgracia yo ya
tengo novio. A lo mejor alguno de ellos se fijará en ti.
—Esperemos que sea el que busco —dije en un susurro.
—¿Has dicho algo? —me preguntó mientras miraba por encima de las cabezas que
iban por delante nuestra— Ahora mismo vuelvo Charlotte. Tú sigue a todo el
mundo, se dirigen al instituto.
Y vi como ella me dejaba sola en medio de la calle rodeada de gente y sin conocer
la zona. Bueno haré lo que me ha dicho, seguiré a la multitud. La gente va de
aquí para allá, charlando, cantando, otros se hacen bromas.
Un grupo de chicos de delante de mí se pasan una pelota con las manos y yo
empiezo a divagar en mis pensamientos.
Toco mi colgante del que no me he separado en estos días. Es la única forma que
tengo de comunicarme con mi madre y no me gustaría perderlo.
Empieza a brillar como ya lo ha hecho antes pero al
parecer nadie se da cuenta o más bien no se fijan en mí.
“¿Harmonía?”
“Sí, mamá. Estoy aquí.”
También he aprendido que no hace falta que hable en voz alta para comunicarme
con ella, que tan solo tengo que pensarlo en mi mente y ella me hablará de la
misma manera.
“¿Qué ocurre?”
“Voy de camino al instituto de Hawaii pero aún no sé cómo voy a reconocer al
primer chico que tiene la piedra.”
“Pues seguramente él se fijará en ti, cariño. Las piedras saben quién ha sido
mi descendencia y además creo que te podré decir el primer nombre. El primer
chico se llama Sam.”
“¿Sam?” Ese nombre ya lo he oído ya. Puede que Helena me hablara de él ayer
pero yo no estuve muy pendiente.
“Estudia en el instituto al que te diriges y ya sabes, lo único que tienes que
hacer es recuperar mi piedra y me da igual la forma en la que lo hagas, la
quiero de vuelta.”
“Sí, madre. Tengo que irme, Helena viene hacía aquí” Y la comunicación termina
con una simple caricia al colgante.
—¡Charlotte! —grita mientras se dirige a mí
Viene de la mano de un chico de piel morena y muy alto. Si no tuviera otros
planes en mente podría haberme convencido de que ese chico es guapo
—Mira, Charlotte. Te presento a Daniel, mi chico. Llevamos juntos 3 meses —me
dice mientras aparece una gran sonrisa en su rostro.
—Encantada Daniel —le digo mientras él me da dos besos en la mejilla.
—El placer es mío, señorita —y ahora me besa los nudillos. Que caballeroso—
Bueno, nena voy a adelantarme.
Daniel se despide de Helena con un suave beso en los labios y a mí me da un
beso en la mejilla, de nuevo.
Sigo mirando a mi alrededor a ver si puedo distinguir a Sam, aunque no tengo ni
idea de que aspecto tiene. Si es rubio, moreno, ojos claros, oscuros...
—¿A qué es un encanto? Estoy muy enamorada de él y es muy difícil que yo me
enamore porque me han roto el corazón varias veces. Pero ya estoy bien y además
no quiero aburrirte con mis problemas.
—No pasa nada Helena, me gusta escuchar a la gente —tan solo necesito un poco
de paciencia y que lleguemos pronto.
—¡Eres la mejor! —me dice de repente y me da un enorme abrazo en medio de la
calle.
Me separo de ella y seguimos caminando. Sigue contándome todos los problemas
que ha tenido hasta ahora. Al parecer le faltaba alguien a quien contar todo
esto
—¡CUIDADO!
Y un balón choca en mi cara y hace que pierda el equilibrio y caiga de culo. A
lo mejor si hubiera estado más atenta lo podría haber evitado, pero estaba en
otro mundo.
Mientras Helena me ayuda a levantarme observo quien me ha dado con la pelota.
Helena al ver quien ha sido ya está discutiendo a gritos con él
—¿Podrías tener un poco más de cuidado? Mira la que has liado, ahora todo el
mundo está pendiente de nosotros —señala ella a toda la multitud que se ha
parado frente a nosotros.
—¡Joder, Helena! Que no ha sido para tanto —su mirada se dirige ahora a mí— Lo
siento, ¿estás bien? Se me ha escapado un pase y ha salido disparada.
Levanto la mirada y un chico de mi edad, rubio, ojos claros llama mi atención.
—¿Eres nueva verdad? —me pregunta mientras me da la mano para que termine de
levantarme del suelo.
—Sí, acabo de llegar a Hawaii. Encantada soy Charlotte.
—Encantado, Charlotte. Yo soy Sam. Puede que estemos en la misma clase —y me
sonríe de una forma peculiar.
¿Sam? ¿Este es el chico al que tengo que robar la piedra? Bueno al menos la
presentación no ha sido forzada. O podría haber sido peor... ¿Peor que un
balonazo en la cara?
—Ejem. Llegamos tarde —Helena interrumpe al ver que los dos nos hemos quedado
mirándonos sin apartar la mirada.
Me agarra del brazo y tira de mí hacia delante. Me giro y veo que aún tiene
puesto la mirada en mí. Al ver que le estoy mirando me lanza un beso con las
manos.
—Lo siento, tiene novia. Te lo digo por si te has hecho ilusiones.
¿Tiene novia? ¿También tendré que enfrentarme a ella? En mi estancia aquí me
gustaría no pelearme con nadie.
—¿Qué? ¡Yo no me he hecho ilusiones Helena!
—Bueno lo que tú digas pero ten cuidado con la novia es muy temida por aquí. No
le gusta que nadie se acerque a su novio a no ser que sea ella —gracias por la
advertencia.
Voy a tener que tener cuidado y demasiado. Por fin hemos llegado. Entramos por
la puerta principal y nos dirigimos al pasillo de las taquillas.
Me giro y veo que Sam viene justo detrás de nosotras y que en pocos segundos
acelera el paso y se coloca a mi lado. Me toca la cabeza de forma amigable y
sale disparado hacia delante.
En mi cara aparece una sonrisa. Al menos he conseguido caerle bien.
—¡EH TÚ!
Justo al lado de las taquillas se encuentra una chica muy maquillada, alta y
morena y con un rostro muy enfadado. ¿Me ha gritado a mí?
—Charlotte, esa es Diana, la novia de Sam. Yo me voy a clase —y Helena me deja
sola en el pasillo con una chica enfada a la que no conozco de nada y que la he
hecho enfadar por hablar con su novio.
Va a ser difícil conseguir la piedra. Más de lo que yo creía.