viernes, 28 de junio de 2013

Mini-capítulo





Hacía calor. Demasiado calor. Tanta, que se podía ver las gotas de sudor recorriendo nuestros cuerpos. Pero no me importaba.
Sam seguía dejando marcas de sus besos por mi rostro y mi cuello.
Te amo... Te deseo…decía jadeando entre beso y beso.
Pero amar o enamorarme no era mi intención. Pero él no lo sabía.
Desde que entré en este cuarto abandonado con Sam ya tenía localizada la piedra. Su forma hace bulto en uno de los bolsillos delanteros del pantalón.
Intenté varias veces deslizar mi mano hacia el interior de ese bolsillo pero él siempre me agarraba por las muñecas antes de llegar y me las posaba en su pecho.
Quería que lo tocara. Que que explorara cada parte de su cuerpo. Quería jugar.
Si íbamos a jugar, jugaríamos en serio. Ahora me tocaba sacar las cartas a mí.
Lo besé de una manera muy brusca haciendo que su cuerpo fuera el que se apoyara esta vez en la pared. Sam aceptó el beso y tirando de mis caderas me atrajo hacia él.
El beso duró unos segundos, suficientes para dejar a Sam un poco confuso y mareado. Empecé a deslizarme hacia abajo a la misma vez que lo hacían mis manos.
Él, ajeno a lo que yo intentaba hacer, puso sus manos encima de mi cabeza y yo por fin pude meter mi mano en su bolsillo.
Parece ser que él se dio cuenta que intentaba sacar la piedra e intentó sacarme apresuradamente la mano pero yo ya la había agarrado y cuando consiguió, de una fuerte tirada, sacarme la mano yo llevaba la piedra conmigo.
Me levanté poco a poco y detuve mi mirada en sus ojos. Su mirada expresaban terror y asombro a la vez. Lo único que pude decirle fue:
Lo siento, pero me pertenece.
Y me encaminé a salir de la habitación con una sonrisa de satisfacción, pero cuando iba a cruzar el umbral de la puerta escuché a mi espalda un sonido sordo que hizo que me girara.
Sam se encontraba extendido en el suelo. Había sido él quien había hecho ese sonido.
Corriendo, me puse a su lado y comprobé su pulso. No tenía. Me puse muy nerviosa y empecé a intentar reanimarlo, pero no hubo manera, su corazón seguía parado.
Lágrimas brotaron de mis ojos sin darme cuenta. Había empezado a llorar encima del cuerpo de Sam.
Madre no me dijo que las piedras le quitaría la vida al chico portador de la piedra. Y la odiaba por eso. Sabía lo mucho que sufrí por la muerte de Padre.
¡CHARLOTTE!
Helena se encontraba en el umbral de la puerta por el que yo había intentado salir de forma satisfactoria.
¡NO HA SIDO CULPA MIA, DE VERDAD! ¡LO SIENTO!chillé mientras seguía llorándole a Sam.
¡CHARLOTTE, DESPIERTA! ¡¿Qué te pasa?! ¿Una pesadilla?
Y desperté de una sacudida.


3 comentarios:

  1. Pues si las piedras, en realidad, matan al chico que las tiene, sería una locura. ¿Y si ella se enamora de uno de los chicos? ¿Seguiría las órdenes de su madre y dejaría que mueeran o daría su corazón al amor? Quiero saberlo pronto hfgbahlgblhg
    Muchos besitos :)

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  2. He estado leyendo tu historia, y la verdad es que me ha encantado.
    El argumento es genial y está muy bien escrita. ¡Sigue así!

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  3. Por favor, que no sea como ella soñó... me pondría muy triste. Sé que las piedras son propiedad de Afrodita, y no sé por qué se las hayan sacado, pero... es la vida de cinco personas. Espero que, de ser como ella soñó, pueda encontrar la forma de llevarse la piedra sin provocar la muerte del portador.
    Un capítulo (o micro) encantador, me dejaste enganchada :).

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