sábado, 28 de septiembre de 2013

1 Disculpa + 3 Premios

Hola :)

Primero y antes de todo quería disculparme por no haber puesto un capítulo más desde hace una semana pero bachillerato ha empezado fuerte y no me ha dejado tiempo ni para escribir, ni para actualizar ninguno de mis blog y por eso lo siento mucho. La historia no la voy a abandonar pero me esta costando mucho porder seguirla. Espero que mis días se relajen un poco y pueda dedicarme al blog y a mi historia, que la hecho de menos. Muchas gracias a todos :)

Y ahora vamos con los premios que he ido acumulando.

PREMIOS


Este premio he sido nominada por parte de Alba y Shenia. Muchas gracias, cielos <3

Preguntas de Shenia:

1. ¿Cómo comenzaste en el mundo Blogger? 
Empecé primero con un blog que solo lo leía yo, donde escribía lo que me pasaba cada día. Pero ya no tengo ese blog y ya luego empecé con este por la historia y otro blog de reseñas :) 
2. ¿Cada cuánto intentas actualizar tu blog?
Siempre lo quiero tener actualizado todos los dias pero ahora lo estoy dejando mucho de lado por el instituto. 
3. ¿El diseño que tienes, es el mismo con el que empezaste?
No. La verdad es que lo he cambiado tres veces. Y ha ido mejorando :) 
4. ¿Qué te gustaría hacer en el futuro?
Estudiar mi carrera de ADE y viajar muchisimo. 
5. ¿Prefieres la noche o el día?
Prefiero el día. La noche está hecha para dormir jajaja.  
6. ¿Qué serie recomendarías a todo el mundo que leyera esto?
Vive cantando. Si te gusta las segundas oportunidades.
7. ¿Qué harías si Blogger cerrara?
Pues buscaría otro lugar en el que pudiera seguir haciendo lo que hago.  
8. ¿Qué quieres o qué estás estudiando?
Estoy estudiando bachillerato de sociales y quiero estudiar ADE. 
9. ¿Has cumplido alguno de tus sueños? ¿Cuál?
Sí. Salir de España alguna vez 
10. ¿Qué es lo que más odias hacer?
 Levantarme temprano. 
11. Si lees mi blog, ¿me das alguna sugerencia para mejorar?
Eres una escritora mágnifica y soy pésima para encontrar errores y sugerir una mejora.

Preguntas de Alba: 

1. ¿De qué tienes miedo?
De quedarme sola y de los espacios pequeños. 
2. ¿Comida favorita?
Lasaña OMG.
3. ¿Cuál es el momento que te gustaría revivir por una vez más?
Cuando conocí a una persona muy especial para mí. 
4. ¿Algo que tengas que hacer todos los días?
Estudiar... 
5. Aparte de escribir, ¿qué otros hobbies tienes?
Sobre todo leer. Aunque también me gusta las manualidades jejeje. 
6. ¿Que odias hacer un fin de semana?
Quedarte en casa porque tienes que estudiar o hacer los deberes. 
7. Recommienda una pelicula para ver un sabado por la tarde.
La última canción <3 
8. ¿Algún libro que te haya hecho llorar?
Princesa Mecánica. Y me hizo llorar MUCHÍSIMO :'( 
9. ¿Qué piensas sobre las primeras apariencias cuando ves a alguien por primera vez?
Que engañan. 
10. ¿Cuál es tu objetivo en la vida?
Ser lo más feliz posible. 
11. Si pudieras sumergirte en cualquier libro o pelicula  ¿Cuál elegirías?
En el mundo de los Cazadores de Sombras.

  

Este premio también he sido nominada por Alba asi que muchas gracias de nuevo :)

7 cosas sobre mí:

1. Me gusta muchísimo más el invierno que el verano.
2. Me gustaría llevar una vida como muchos de los personajes de libros.
3. Soy zurda y me encanta serlo.
4. Nací el día de la Paz y mi apellido es Guerra.
5. Me encantaría aprender inglés como sé mi lengua materna.
6. Soy muy tímida pero cojo confianzas muy rápido.
7. Tengo miedo al rechazo. 

La mayoría de las personas que sigo sus blog ya han sido nominadas a estos premio, por eso no voy a nominar a nadie esta vez pero si alguien se atreve con alguno, adelante :)

Un beso y gracias a todos!  <3

domingo, 15 de septiembre de 2013

Capítulo 12




No tenía ni idea de por dónde iba. Creía haber doblado la misma esquina cuatro veces. No tenía que haber querido volver sola. Me había perdido.
—¿Perdida? —dijo alguien a mi espalda.
Me giré e redondo y vi a un chico parado frente a mí con una expresión divertida en la cara. Tenía la mima edad que yo pero era muy alto. Tenía el pelo negro como el carbón y era muy blanco. Como yo.
             —No. Tan solo no sé llegar —respondí con sarcasmo.
       —Eso es estar perdido —replicó— Hola, soy Heracles, hijo de Zeus —se presentó ofreciéndome la mano.
            —Harmonía, hija de Afrodita. —dije aceptándole la mano.
Me observó detenidamente y luego empezó a andar. Yo le seguí.
            —No te he visto mucho por aquí —comentó sin mirar atrás.
            —He estado un tiempo en la Tierra.
Se paró de repente y se giró muy rápido dejándome sorprendida.
—¿Has estado en la Tierra? —preguntó incrédulo.
—Sí, pero no me acuerdo de nada —respondí.
Resopló y siguió andando, perdiendo el interés en mí. Yo lo seguía a paso lento por detrás. No sabía a dónde íbamos pero no nos podíamos perder más y si lo hacíamos, no lo haría sola.
—Entonces es como si no hubieras estado —dijo al rato— ¿Y por qué no te acuerdas de nada?
—Tu padre me ha borrado la memoria —respondí asqueada.
—Suele hacerlo. Y seguro que delante de todo el Consejo —acertó— Odio esas reuniones.
—¿Has estado en alguna?
—Sí, en unas cuantas —respondió—. Sobre todo antes de que llegara Clark.
Paró delante de una puerta. Esta no era doble y ni tan grande como la de la sala. Me sonaba aquella puerta.
—Esto es el comedor —repliqué.
—Claro, tengo hambre —dijo mientras abría la puerta—. Además no me has dicho donde querías ir.
—Da igual. Yo también tengo hambre —confesé entrando con él.
El comedor siempre había sido un lugar en el que me gustaba estar. Rodeada de gente, con el calor que desprendía la cocina. Me sentía a gusto. Esta vez había poca gente dentro. Tan solo se encontraban los cocineros y algunos más. En cuanto entramos todos se fijaron en nosotros. Más bien, en mí. “La chica que ha bajado a la Tierra” “La que recuperó la piedra para su madre” “Creo que le acaban de borrar la memoria. Era lo mejor”. Cuchicheaban.
Heracles encontró una mesa al fondo y se sentó en una de las sillas. Yo me senté en frente.
         —¿Qué te traigo? —me preguntó.
—Lo que quieras —dije y se levantó dejándome sola en aquella mesa tan grande.
Me sentía observada. Paseé la mirada por la habitación y exactamente, todo el mundo me miraba. Me abracé de nuevo a mí misma. Antes de que pudiera soltar un seco: “¿Qué estáis mirando?” Heracles se sentó de nuevo. Llevaba consigo dos bandejas. Las dos tenían el mismo contenido. Un plato de algas. Era lo que más apetecible había por aquí. Lo cogí con desganas y empecé a comer. Heracles me miraba cada vez que me metía un trozo de alga en la boca.
—¿Bajarás de nuevo a la Tierra? —preguntó mientras cogía un alga de su plato.
—Sí —dije con la boca medio llena— Para conseguir la segunda piedra.
—¿Dónde irás esta vez? —soltó el tenedor y apoyó los codos en la mesa— Yo querría bajar también.
—No creo que te dejen —respondí.
Aún no sabía dónde me llevarían para conseguir la piedra. A lo mejor de no haber dejado sola a mi madre en aquel pasillo no me habría perdido, no habría conocido a Heracles y ahora mismo estaría bajando a la Tierra.
—Ya —sonaba indignado— ¿Quieres volver a la Tierra?
—¿Para qué? —respondí— ¿para qué tu padre luego me vuelva a quitar los recuerdos?
—Pero esto lo haces por tu madre, ¿verdad?
—Sí —dije ya cansada del interrogatorio. Ya me estaba terminando la comida y en seguida podría salir de allí.
La puerta del comedor se abrió y una ráfaga de viento entró a la misma vez que mi madre entraba. Se la veía enfadada. Buscó con la mirada en alguien y se fijó en mí. Avanzó a paso ligero por la sala y se sentó a mi lado.
—Es la hora —me dijo y yo ni siquiera la miré. Me levanté de la silla haciendo un ruido espantoso.
—¿La van a bajar ya a la Tierra? —preguntó entusiasmado Heracles. Parecía que tenía cinco años en vez de mi edad— ¿Puedo ir a ver como lo hacen?
Mi madre notó su presencia y lo miró. Sabía que no le iba a responder y que iba a ignorarle, pero no fue así. Le dijo que sí. Que podía acompañarnos. Yo no rechisté y atravesé la sala con paso decidido.
Y después de varias vueltas y esquinazos entramos en la misma habitación que había estado antes de ir a Hawaii. El trono que seguía allí había cambiado de color y justo a su lado había una mesa alta en la que se encontraba el mismo libro que la otra vez.
Heracles iba por detrás nuestro muy emocionado. Esperaba que no hiciera ninguna tontería. Mi madre se sentó en el trono y abrió el libro por una página.
         —¿Y dónde la enviarán? —habló Heracles por mí.
Mi madre lo miró un segundo y volvió a fijar la vista en el libro
         —Londres —respondió secamente.
Yo me encontraba ya a escasos pasos del trono, en un círculo que formaban las baldosas del suelo. Heracles se encontraba justo a mi lado, pero fuera del círculo.
—¿Nombre? —dije
—Marcos —me dijo mientras cerraba el libro.
Y empezamos. Ella comenzó a recitar palabras y texto en otro idioma, que yo no conocía. Todo se estaba volviendo como la última vez. Negro. Esto me recordó al tiempo que he estado en “coma”. ¿Podría pasarme al revés? Quedarme en coma en la Tierra, quiero decir.
Todo se distorsionaba a mi alrededor y Heracles me miraba con ojos como platos.
—¡¿Qué estás haciendo?! —oí gritar a mi madre.
Heracles me había agarrado de la mano justo en el momento que todo se desvanecía. Supe en seguida que ocurría. Él se estaba desvaneciendo al igual que yo. Bajaría conmigo a la Tierra.
La habíamos liado.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Capítulo 11




Los lugares por donde me iban arrastrando se me iban haciendo más familiares. Mi madre seguía agarrándome del brazo, ni siquiera me había aflojado.
La chica que interrumpió antes en la habitación iba por delante de nosotras, con paso decidido. La veía como una humana, pero no estaba segura de que en Limbo hubiera humanos. Miré a mi madre. Tenía una expresión dura. A veces yo daba traspiés y ella me agarraba más fuerte, me miraba y resoplaba, como si fuera un caso perdido. Me costaba andar, me había llevado no sé cuántos días en “coma” y mis piernas aún estaban dormidas.
Después de muchos pasillos y esquinas, llegamos a una puerta doble muy grande. La más grande del Limbo. Eso me hizo estremecerme. Solo había una puerta así de grande aquí y yo solo había pasado por delante, nunca había entrado.
Clark estaba esperándonos delante de esta. No le veía afectado por el grito de mi madre. Se le veía respetuoso y trabajador.
         —Abre las puertas —ordenó la chica que venía con nosotras.
Creía que al abrirse las puertas mi madre me soltaría y me dejaría andar por mi propio pie, pero no fue así. La habitación a la que habíamos entrado tenía unas paredes muy altas y estaban muy iluminadas aunque no había lámparas ni ventanas. La sala era enorme, tan grande que yo me sentía diminuta. Miré al frente esperándome algún aparato de tortura o algo por el estilo pero lo que vi fue peor.
Una reunión de todos los dioses del Olimpo.
Estaban todos y cada uno de ellos, desde los más temidos hasta lo que nadie conocía. Todos estaban sentados en círculo dejando tan solo una silla en el centro que seguramente era para mí. Aunque todos estaban sentados unos al lado de otros, se podía ver que tres de los Dioses destacaban: Zeus, Poseidón y Hades.
Por supuesto, en el círculo había una silla libre, justo al lado de Urano, para mi madre. Cuando llegamos al centro ella me arrojó como si yo fuera una criminal que ha sido atrapada y condenada. Me dejó allí y fue a sentarse.
Estaba muy asustada. Todo el Limbo le teme a estas reuniones, sobre todo cuando no falta ningún Dios. Pero quería creer que mi madre no dejaría que me hicieran daño. Era su hija.
         —Harmonía —comenzó Zeus—, hija de Afrodita aquí presente, ha sido convocada en esta reunión para un único fin. Realizar un proceso de hipnosis.
La forma en que dijo “proceso de hipnosis” hizo que se me erizara el bello. Me abrazaba con mis propios brazos. Me sentía intimidada ante todas aquellas miradas. Miré a mi madre esperando apoyo por su parte. No mostraba nada.
         —Afrodita —dijo Poseidón dirigiéndose a mi madre—, tiene que darnos una autorización que firme que está dispuesta a que realicemos los procesos que el consejo vea conveniente a su hija.
Mi madre se levantó de la silla y con paso lento, pero decidido, se colocó a mi lado. No perdió el contacto con Poseidón en ningún momento. Puso mi mano en mi hombro y dijo alto y claro:
         —Yo, Afrodita, Diosa de la belleza y del amor, autorizo y firmo al Consejo a realizar los procesos convenientes a mi hija, por el bien de nuestras vidas.
         —La autorización queda confirmada —terminó Hades— Pueden sentarse.
Mi madre volvió a su sitio y yo me senté en la silla. Iba a cruzar las piernas pero al ver que llevaba todavía la bata blanca, lo vi un gesto poco educado.
         —¡Clark! —llamó Zeus— Ven aquí.
         Clark atravesó, de forma graciosa, la sala. Se colocó justo al lado del Dios y escuchó lo que tenía que decirle. No me llegué a enterar porque hablaban muy bajito pero en cuanto terminaron este volvió a salir del circulo pero esta vez abandonando la sala.
         —Harmonía —dijo Hades—, ¿sabes para lo que estás aquí?
         Mire de nuevo a mi madre. Su expresión me decía claramente: “Sé respetuosa y educada.” Volví de nuevo la cabeza hacía los tres Dioses y asentí.
         —Sí, señor Hades. Sé para lo que estoy aquí.
         Los tres Dioses se miraron entre sí, cuchichearon y volvieron a mirarme. Esta vez hablo Zeus.
         —¿Y estás de acuerdo? —preguntó.
         No sabía exactamente qué decir. ¿Debería decir que sí o qué no? No iba a mentirles a los Dioses.
         —No. —respondí de forma seca— ¿Quién quiere le qué le roben sus recuerdos?
         Todo los Dioses estallaron en cuchicheos, supongo por mi revelación, por esa forma de enfrentarse ellos.
         —Sabes que tu bajada a la Tierra fue una salida excepcional, ¿verdad? —me recordó Poseidón— No te conviene tenernos en tu contra Harmonía. Por tu bien y por el de tu madre.
         —Lo sé —dije—, pero no tienen derecho a quitarme mis recuerdo cuando yo no estoy de acuerdo —repliqué.
         —Hablarás cuando se te diga que hables —me reprimió Hades.
         La puerta se abrió y por ella entró Clark. Detrás de él, andaba una mujer de la misma edad que mi madre, además tenía el mismo color de pelo pelirrojo y largo. Pero ella llevaba una corona de hojas que se entrelazaba con algunos mechones.
Llegó al centro de la sala muy rápido y en seguida ya la tenía a mi lado apoyada en el respaldar de la silla.
         —Estás preciosa. Como siempre.
         —No necesito de vuestros halagos, Hades —respondió al comentario.
Esta vez la sala no estalló en susurros como pasó con mi actitud. La miré de cerca y se la veía fuerte, inteligente.
         —Entonces, empecemos —dijo Zeus— Harmonía, ella es Mnemósine, Diosa de la memoria y de los recuerdos. Será quien te borre la memoria.
Al parecer mis cometarios no habían servido de nada. El proceso se iba a realizar ignorando lo que yo había dicho.
         —Harmonía —dijo Mnemósine—. Cierra los ojos.
Antes de cerrarlo paseé la mirada por la sala. Mi madre seguía igual que cuando llegó. Al parecer no se iba a retractar de sus actos. Los tres Dioses principales me miraban curiosos, deseando ver el proceso en acción.
Cerré los ojos como ella me había ordenado y de repente mis recuerdos, sin yo querer, pasaron en fila por mi mente. La llegada a Hawaii, cuando conocí a Helena, el balonazo de Sam, la invitación a la playa de Daniel, mi primer beso, el descubrimiento de que Sam no tenía la piedra, la fiesta, la piedra y por último, la despedida.
Todo pasó como una película a cámara rápida. Pero más rápido fue ver como esos recuerdos se desvanecían y todo lo que quedaba era negro, muy negro.
         —Abre los ojos.
Los abrí lentamente. Había perdido la noción del tiempo. Todos se encontraban en el mismo lugar pero yo parecía que había estado con los ojos cerrados mucho más tiempo. Una lágrima cayó en mi muslo dejando una marca en la bata.
Mnemósine se alejó de mí y se colocó entre medio de los Dioses Zeus y Poseidón. Me miró admirando su trabajo y esperando a que hubiera hecho efecto.
         —¿Cómo te sientes? —me preguntó la Diosa.
         —Bien. —respondí.
Vi cómo Zeus se bajaba a la altura de la oreja de Mnemósine y le decía: “Ve al grano” Él volvió a su postura y ella me habló.
         —Harmonía, ¿conoces a Sam? —preguntó.
         —No. —dije, sinceramente.
Mi madre me miraba.
         —¿Cómo encontraste la primera piedra?
         —Bajé a la Tierra pero no recuerdo nada más, tengo un vacío —dije sinceramente de nuevo.
Los tres Dioses hablaron entre ellos y se dirigieron a Mnemósine
         —Está bien, puedes irte —le dijo Hades.
         —Os guardo el favor, Dioses —dijo mientras salía del círculo.
Salió satisfecha con su trabajo. Las puertas se cerraron y todos los dioses volvieron a centrar sus miradas en mí.
         —La reunión ha acabado —anunció Zeus y todos los dioses se levantaron y se dispusieron a marcharse.
Mi madre se acercó a mí  y salió conmigo. Le dirigí una mirada amenazadora y le dije:
         —No me puedo creer que hayas consentido todo esto.
         —¿Consentido el qué? —preguntó airada.
         —He perdido los recuerdos de mi estancia en la Tierra —expliqué—, no de que me acaban de borrar la memoria.
Y aceleré el paso dejando atrás a mi madre. Sola.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Capitulo 10




—Tenemos malas noticias.
Alguien hablaba a mi alrededor aunque yo lo escuchaba como un susurro lejano. Todo lo que podía ver a mi alrededor era oscuridad. También me sentía consciente pero no podía ni hablar ni abrir los ojos.
—¿Tan solo hay malas?
Era la voz de mi madre. La escucho de la misma forma en que escucho la primera voz. Intento gritar, decir algo, pero mis cuerdas vocales parecen rotas.
—No. Hay una buena noticia —dijo la primera voz.
—Dime primero la buena noticia, Clark.
Mi madre sonaba cansada. ¿Aún no había cogido la piedra? Odio estar así, sin poder ayudar. Me siento inútil.
—La piedra está haciendo su efecto. Dentro de unos días estará usted recuperada —explicó— Bueno, hasta que le haga falta el poder de la segunda.
—Mi hija recuperará la segunda piedra de nuevo —suspiró—. Si despierta.
¿Qué ocurre? ¿Llevo así más tiempo del que creo? No me acuerdo de nada. Tan solo veo oscuridad y recuerdos de mi viaje a Hawaii.
—Esa es una de las malas noticias, señora —dijo Clark— Hemos estado investigando y su hija puede tener lo que los humanos llaman “coma” pero no estamos muy seguros —continuó—. Su pulso es normal y continuo, puede estar tranquila.
¿Coma? ¿Qué es eso? No me puedo creer que esto esté pasándome a mí. No puede ser. Coma. Enfermedad humana.
—¿Y la otra mala noticia? —dijo mi madre sin ánimos.
—Nos ha llegado información desde la Tierra que el chico, al que su hija robó la piedra, ha muerto.
¿Daniel ha muerto? Yo sabía que no era solo un sueño, era una advertencia. Lo sabía. Tendría que llamar a Helena en cuanto baje a la Tierra. Me sentía mal por no poder llorar su muerte. Me he vuelto una sensible.
—Clark, sabíamos que iba a ocurrir tarde o temprano —replicó mi madre—. Ahora necesitamos que mi hija despierte sea como sea y llevarla de nuevo a la Tierra —dijo— ¿Algo más?
—No, señora… Bueno, sí —rectificó Clark—.Ya está preparado el proceso de hipnosis para cuando su hija despierte.
—Perfecto.
—¿Está segura de querer borrarle la memoria a su hija? Puede que ella no quiera que lo haga.
¿Borrarme la memoria? ¡Pues claro que no quiero! Como puede mi madre quitarme los recuerdo de esa manera, no tiene derecho.
—Es lo mejor para ella —dijo muy segura—. No tiene que recordar nada de lo que pase en la Tierra.
—Lo que usted mande, Afrodita —dijo—. Seguiremos investigando lo que le ocurre a su hija. Se cree que solo ella puede despertar de su propia enfermedad.
Era yo la que podía despertar pero, ¿cómo? No sentía nada que me incitara a abrir los ojos. Al revés, los notaba muy pesados y cansados.
Oí como Clark se alejaba. Sus pasos resonaban en la habitación. Mi madre se había quedado conmigo cuidándome, o mejor dicho, a la espera de que yo despertara.
Empecé a marearme. Incluso en la oscuridad podía notar como mi cabeza daba vueltas y más vueltas. El cuerpo se me hacía pesado y ligero a la vez. Sabía que de un momento a otro me quedaría inconsciente. Y así pasó. Lo último que escuché fue:
—Despierta, hija. Te necesito.

******************************  
 Uno de mis ojos quiso abrirse y lo consiguió. La luz que había en la habitación me deslumbró y tuve que taparme el ojo con la mano. Ahí me di cuenta que podía usar ya las partes de mi cuerpo.
Cuando me acostumbré a la luz intenté abrir el otro ojo. Se abrió sin problemas pero le ocurrió lo mismo que al primero. Hasta que este no se hubo acostumbrado a la luz no pude fijarme en donde me encontraba. Era una habitación cerrada, el color de las paredes era cálido. Me sentía como en casa.
Pude notar el pulso de alguien a mi lado. Giré la cabeza y junto a mí, en una butaca colocada al lado de mi cama se encontraba un señor mayor, dormido. No lo reconocía de haberlo visto anteriormente pero desprendía confianza.
Bajé lentamente de la cama. Mis piernas temblaron al contacto con el suelo. Llevaba un tipo de bata blanca que me llegaba a las rodillas. Me costaba andar y de vez en cuando daba un traspié. Justo al lado de la puerta pude ver un espejo. Me acerqué lentamente para mirar mi aspecto. Volvía a ser Harmonía, la chica con el pelo hasta la cintura, pelirrojo y rizado. Con la cara muy fina y blanca aunque bajo mis ojos podía ver unas ojeras enormes. Tenía muy mal aspecto.
—Sigues igual de guapa que cuando te fuiste —dijo una voz desde la puerta.
Mi madre estaba parada, apoyada en el marco de la puerta. Tenía muy buen aspecto. Mejor que cuando dejé el Limbo. Su larga melena pelirroja igual que la mía estaba recogida en una trenza. Su cara estaba reluciente y fresca. Sus mejillas tenían un tono rosado.
—No lo creo —dije. Era la primera vez que hablaba— Casi no recordaba mi verdadero aspecto.
—Te acostumbrarás a tener que cambiar de aspecto, te lo aseguro —me prometió.
Entró en la habitación y se dirigió hacia el hombre que dormía plácidamente en la butaca de al lado de la cama. Se paró justo delante y dio unos toques con la mano es su hombro.
El hombre se removió e hizo un sonido extraño antes de abrir los ojos como platos. Mi madre se separó de él y volvió a mi lado.
—¿También me acostumbraré a que estés siempre guardándome secretos? —repliqué dejando confusa a mi madre.
—¿De qué estás hablando Harmonía? —preguntó.
—Oh, ya está despierta. Bienvenida de nuevo Harmo…
—¡Cállate y vete Clark! —chilló mi madre al señor que acababa de despertar.
Clark calló en seguida y se fue de la habitación sin rechistar. Cerró la puerta a su espalda y nos dejó solas. Mi madre se encaró a mí poniendo sus brazos en jarra, como solía hacer.
—Explícate —espetó mi madre.
Yo bajé la mirada y me dispuse a hablar pero la puerta de la habitación se volvió a abrir. Mi madre resopló y muy enfadada se giró hacia la puerta.
No era Clark. Era una muchacha mucho más joven que Clark, pero aun así se la veía mayor.
—Todo está preparado —dijo— Clark nos ha informado y estamos todos listos.
Supe que era lo que estaba preparado. Mi madre se giró hacia a mí y me cogió muy fuerte del brazo.
—Tú te vienes conmigo —me dijo tirando de mí fuera de la habitación— Hablaremos luego.
—¿Luego, cuando? Ah, claro. Cuando no me acuerde de nada, ¿verdad? —solté— Pues no. No pienso moverme de esta habitación.
Me apretó mucho más fuerte el brazo y de un tirón me acercó a ella. Tan solo tuvo que acercarse un poco y me susurró al oído:
—Harás lo que yo diga.
Y me arrastró fuera.