domingo, 1 de septiembre de 2013

Capitulo 10




—Tenemos malas noticias.
Alguien hablaba a mi alrededor aunque yo lo escuchaba como un susurro lejano. Todo lo que podía ver a mi alrededor era oscuridad. También me sentía consciente pero no podía ni hablar ni abrir los ojos.
—¿Tan solo hay malas?
Era la voz de mi madre. La escucho de la misma forma en que escucho la primera voz. Intento gritar, decir algo, pero mis cuerdas vocales parecen rotas.
—No. Hay una buena noticia —dijo la primera voz.
—Dime primero la buena noticia, Clark.
Mi madre sonaba cansada. ¿Aún no había cogido la piedra? Odio estar así, sin poder ayudar. Me siento inútil.
—La piedra está haciendo su efecto. Dentro de unos días estará usted recuperada —explicó— Bueno, hasta que le haga falta el poder de la segunda.
—Mi hija recuperará la segunda piedra de nuevo —suspiró—. Si despierta.
¿Qué ocurre? ¿Llevo así más tiempo del que creo? No me acuerdo de nada. Tan solo veo oscuridad y recuerdos de mi viaje a Hawaii.
—Esa es una de las malas noticias, señora —dijo Clark— Hemos estado investigando y su hija puede tener lo que los humanos llaman “coma” pero no estamos muy seguros —continuó—. Su pulso es normal y continuo, puede estar tranquila.
¿Coma? ¿Qué es eso? No me puedo creer que esto esté pasándome a mí. No puede ser. Coma. Enfermedad humana.
—¿Y la otra mala noticia? —dijo mi madre sin ánimos.
—Nos ha llegado información desde la Tierra que el chico, al que su hija robó la piedra, ha muerto.
¿Daniel ha muerto? Yo sabía que no era solo un sueño, era una advertencia. Lo sabía. Tendría que llamar a Helena en cuanto baje a la Tierra. Me sentía mal por no poder llorar su muerte. Me he vuelto una sensible.
—Clark, sabíamos que iba a ocurrir tarde o temprano —replicó mi madre—. Ahora necesitamos que mi hija despierte sea como sea y llevarla de nuevo a la Tierra —dijo— ¿Algo más?
—No, señora… Bueno, sí —rectificó Clark—.Ya está preparado el proceso de hipnosis para cuando su hija despierte.
—Perfecto.
—¿Está segura de querer borrarle la memoria a su hija? Puede que ella no quiera que lo haga.
¿Borrarme la memoria? ¡Pues claro que no quiero! Como puede mi madre quitarme los recuerdo de esa manera, no tiene derecho.
—Es lo mejor para ella —dijo muy segura—. No tiene que recordar nada de lo que pase en la Tierra.
—Lo que usted mande, Afrodita —dijo—. Seguiremos investigando lo que le ocurre a su hija. Se cree que solo ella puede despertar de su propia enfermedad.
Era yo la que podía despertar pero, ¿cómo? No sentía nada que me incitara a abrir los ojos. Al revés, los notaba muy pesados y cansados.
Oí como Clark se alejaba. Sus pasos resonaban en la habitación. Mi madre se había quedado conmigo cuidándome, o mejor dicho, a la espera de que yo despertara.
Empecé a marearme. Incluso en la oscuridad podía notar como mi cabeza daba vueltas y más vueltas. El cuerpo se me hacía pesado y ligero a la vez. Sabía que de un momento a otro me quedaría inconsciente. Y así pasó. Lo último que escuché fue:
—Despierta, hija. Te necesito.

******************************  
 Uno de mis ojos quiso abrirse y lo consiguió. La luz que había en la habitación me deslumbró y tuve que taparme el ojo con la mano. Ahí me di cuenta que podía usar ya las partes de mi cuerpo.
Cuando me acostumbré a la luz intenté abrir el otro ojo. Se abrió sin problemas pero le ocurrió lo mismo que al primero. Hasta que este no se hubo acostumbrado a la luz no pude fijarme en donde me encontraba. Era una habitación cerrada, el color de las paredes era cálido. Me sentía como en casa.
Pude notar el pulso de alguien a mi lado. Giré la cabeza y junto a mí, en una butaca colocada al lado de mi cama se encontraba un señor mayor, dormido. No lo reconocía de haberlo visto anteriormente pero desprendía confianza.
Bajé lentamente de la cama. Mis piernas temblaron al contacto con el suelo. Llevaba un tipo de bata blanca que me llegaba a las rodillas. Me costaba andar y de vez en cuando daba un traspié. Justo al lado de la puerta pude ver un espejo. Me acerqué lentamente para mirar mi aspecto. Volvía a ser Harmonía, la chica con el pelo hasta la cintura, pelirrojo y rizado. Con la cara muy fina y blanca aunque bajo mis ojos podía ver unas ojeras enormes. Tenía muy mal aspecto.
—Sigues igual de guapa que cuando te fuiste —dijo una voz desde la puerta.
Mi madre estaba parada, apoyada en el marco de la puerta. Tenía muy buen aspecto. Mejor que cuando dejé el Limbo. Su larga melena pelirroja igual que la mía estaba recogida en una trenza. Su cara estaba reluciente y fresca. Sus mejillas tenían un tono rosado.
—No lo creo —dije. Era la primera vez que hablaba— Casi no recordaba mi verdadero aspecto.
—Te acostumbrarás a tener que cambiar de aspecto, te lo aseguro —me prometió.
Entró en la habitación y se dirigió hacia el hombre que dormía plácidamente en la butaca de al lado de la cama. Se paró justo delante y dio unos toques con la mano es su hombro.
El hombre se removió e hizo un sonido extraño antes de abrir los ojos como platos. Mi madre se separó de él y volvió a mi lado.
—¿También me acostumbraré a que estés siempre guardándome secretos? —repliqué dejando confusa a mi madre.
—¿De qué estás hablando Harmonía? —preguntó.
—Oh, ya está despierta. Bienvenida de nuevo Harmo…
—¡Cállate y vete Clark! —chilló mi madre al señor que acababa de despertar.
Clark calló en seguida y se fue de la habitación sin rechistar. Cerró la puerta a su espalda y nos dejó solas. Mi madre se encaró a mí poniendo sus brazos en jarra, como solía hacer.
—Explícate —espetó mi madre.
Yo bajé la mirada y me dispuse a hablar pero la puerta de la habitación se volvió a abrir. Mi madre resopló y muy enfadada se giró hacia la puerta.
No era Clark. Era una muchacha mucho más joven que Clark, pero aun así se la veía mayor.
—Todo está preparado —dijo— Clark nos ha informado y estamos todos listos.
Supe que era lo que estaba preparado. Mi madre se giró hacia a mí y me cogió muy fuerte del brazo.
—Tú te vienes conmigo —me dijo tirando de mí fuera de la habitación— Hablaremos luego.
—¿Luego, cuando? Ah, claro. Cuando no me acuerde de nada, ¿verdad? —solté— Pues no. No pienso moverme de esta habitación.
Me apretó mucho más fuerte el brazo y de un tirón me acercó a ella. Tan solo tuvo que acercarse un poco y me susurró al oído:
—Harás lo que yo diga.
Y me arrastró fuera.

3 comentarios:

  1. OHDIOSMÍO. No pueden hacerle esto a Harmonía.
    ¿Al final Daniel murió? Y tú decías que no querías matar a nadie :'(
    Ahora, cuando vaya a por la segunda piedra, ¿se desvelarán los secretos de Clark y Afrodita?
    Un beso! :)

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  2. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ¡BIENVENIDA, SEGUNDA PARTE! TE ESPERÁBAMOS CON ANSIA. :)
    ¿DANIEL MURIÓ? NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, okay, me has hecho llorar. Era un chaval genial y él no tenía la culpa de que de pequeño le hubiesen dado la piedra, no se lo merecía. Pobre Helena. :,(
    ¿La van a hacer olvidar todo? Dios, no me lo puedo creer, no se acordará de Helena, ni de Sam.
    El capítulo es genial, enhorabuena, cada vez creces más como escritora. :)
    Love always, B.

    PD: ¿Podrías leer el capítulo 1 de la historia que estoy empezando y darme tu opinión? Gracias. :) http://teeloveyou.blogspot.com.es/2013/09/capitulo-1.html

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  3. Hm... qué curioso eso de que Harmonía se haya agarrado una "enfermedad humana", aunque fuese sólo por un momento. Así que al final sí murió... Pobre Daniel, y pobre Helena. No me puedo imaginar lo que debe ser para Harmonía el pasar por todo esto. ¡Y tener que olvidarse de todo, aparte! Eso debe ser, sin duda, lo peor del asunto.
    Muy buen capítulo :). Me disculpo por tanto tiempo sin pasarme por acá. Muchas cosas pasaron en este último mes.

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