El ruido del local hacía que me doliera
la cabeza. Las canciones resonaban en mis oídos como martillos. Hacía tiempo
que había perdido de vista a Helena y Daniel pero Sam seguía a mi lado,
esperando mi respuesta. Dijo que podía ayudarme a conseguir la piedra. No le
respondí porque me quedé sin palabras. Después de todo el daño que le he hecho
es capaz de ayudarme con esto. Luego me dijo que él conseguiría la piedra y me
la daría. Sin rencores.
—¿Vas a decir algo? —Sam esperaba que yo
dijera algo pero no tenía nada que decir en ese momento.
—¿Qué quieres que te diga? —dije cogiendo
de nuevo mi copa. Ya llevaba unas cuantas de más.
—Dime al menos que me dejas que te ayude.
Me levanté del sofá en el que estábamos y
di un traspié al intentar avanzar. Sam ya estaba a mi lado cogiéndome del brazo
para evitar que me cayera
—Puedo sola —le espeté.
—Estás medio borracha. No sé cómo
pretendías recuperar la piedra.
—No estoy borracha —señalé la pista de
baile y me arrastré hasta allí.
No estaba borracha. Me sentía bien. Tan
solo un poco de dolor de cabeza que me hacía marearme a veces, lo que Sam
confundía con una borrachera.
A un lado de la pista vi a Daniel,
bailando muy cerca de Helena. Los dos se movían en perfecta sincronización.
Helena me vio y al ver a Sam detrás de mí sonrió como una niña pequeña.
—Parecen felices —dijo Sam a mi oído con
la mirada fija en Helena y Daniel—. Nosotros podríamos haberlo sido.
¿A qué venía eso? Yo solo pude mirarle y
dejar atrás su comentario.
—¡Quiero bailar! —grité.
Sam se acercó a mí y empezó a bailar. Yo
le seguí y le cogí el ritmo. Sabía que no debería estar haciendo esto pero era
mi última noche en Hawaii y se merecía. En uno de los movimientos me di la
vuelta quedando de espaldas a Sam. Éste aprovechó para agarrarse a mis caderas
y yo me agarré a su cuello desde atrás.
La música no parecía tener fin. Ni
nuestro baile tampoco. Me sentía cómoda. A gusto allí, pero ya estaba cansada.
—¿Descansamos? —sugerí parando de bailar.
Nos dirigimos a la barra y pidió una copa
para cada uno.
—¿Vas a dejar que te ayude? —retomó la
conversación anterior.
—Con una condición —dije tomando un sorbo
de mi copa—. Seguirás en contacto conmigo aunque esté en otro lado del mundo.
—Trato hecho —me dio la mano para fijar
el acuerdo. Me reí— No hubiera hecho falta que me pusieras esa condición.
Pensaba llamarte de vez en cuando.
Daniel y Helena se acercaron riendo a
nosotros. Helena me cogió por la muñeca y me arrastró de nuevo a la pista.
—¿Creías que te ibas a salvar de un baile
conmigo, nena? —reí y me uní al baile.
La canción que ahora sonaba, Helena y yo la
habíamos escuchado miles de veces en su habitación por las noches. Ella cogía
un peine como micrófono y yo le hacía los coros. Cantamos a todo pulmón y la
música seguía su ritmo. Cuando ésta acabó volvimos a la barra. Sam y Daniel
hablaban. Helena se sentó encima de Daniel y yo me quedé de pie.
Sam se acercó a mi oído y susurró.
—Cuando quieras, me llevo a Daniel para
coger la piedra —dijo—. Ya está lo suficientemente borracho como para que no se
entere de nada.
—Vale, yo me quedo con Helena. Seguro que
quiere hablar conmigo.
Sam le dijo a Daniel que lo acompañara al
baño. Helena resopló y dejó el comentario de que las únicas que van acompañadas
al baño somos las chicas. Consiguió levantarse de Daniel y lo dejó ir. Se sentó
en el asiento vacío que se había quedado y se pidió otra copa.
—Veo que te va muy bien esta noche
—comenzó Helena.
—Puede decirse que sí.
El camarero sirvió la copa de Helena y
luego la mía.
—Esta la pago yo —se ofreció— Brindemos.
Por nosotras.
—Pero solo esta. Ya he bebido suficiente.
Nuestras copas chocaron y bebimos de
ellas a la vez.
—Me alegro de que todo se esté
arreglando, Charlotte —me dijo sinceramente.
—Yo también me alegro —no sabía si estaba
mintiendo o no—. Tengo una mala noticia.
Helena se volvió hacia a mí y se puso
tensa.
—Me voy mañana. Dejo Hawaii —solté.
—¿Cómo que te vas?
—Mi madre quiere que vuelva a España
—mentí—. Dice que no quiere tenerme tan lejos de ella.
—No puedes irte. Ahora que lo estabas
arreglando con Sam y estábamos juntas.
—Es por eso que no quería arreglarlo con
él, Helena. —mentí de nuevo y me sentí terriblemente mal por todo esto— Lo
siento.
Ella saltó de la banqueta y me dio uno de
sus abrazos. Nos costó mucho separarnos. Por la cara de Helena ya empezaban a
correr lágrimas.
—¿Por qué no me lo dijiste antes?
—preguntó— Podríamos haberte hecho una buena despedida.
—No quería despedidas.
—¿Y pensabas irte sin más? ¿Sin
despedirte de mí? —sus sollozos aumentaban.
—Claro que no. Tú serías la última de la
que no me despediría —dije volviéndola a abrazar.
Por encima del hombro vi como Daniel y
Sam volvían del baño. Una sonrisa pícara apareció en el rostro de Sam.
—¿Qué ocurre? —preguntó Daniel al ver a
su novia llorar.
—Charlotte se va de Hawaii mañana
—explicó Helena aun llorando.
Sam me miró y vi en su rostro tristeza.
Quería decirle que lo sentía. Que todo era muy precipitado y que no estaba
planeado. Pero sería mentirle de nuevo y eso era lo último que quería.
—¿Te vas? —Daniel volvió su cara hacia mí
y yo asentí con la cabeza.
—¿Puedo hablar contigo? —Sam me miró y
luego se dirigió al mismo sofá en el que estábamos antes.
Se sentó y yo hice lo mismo, dejándome
caer a su lado. Metió la mano en el bolsillo y sacó una piedra brillante y
lila. Era más pesada de lo que creía. La guardé en el bolso.
—Ahí la tienes —espetó Sam. Parecía
enfadado.
—¿A ocurrido algo? —pregunté preocupada.
—Nada. Ha sido demasiado fácil, creo yo.
—Tengo que hablar con mi madre —le dije
—¿Me voy? —sugirió.
—No hace falta. Me habla a la mente —me
miró como si estuviera loca.
Rocé, como hacía siempre, el collar y
empezó a brillar. Sam se quedó mirándolo hasta que volvió a ser color mate.
“¿Harmonía?” —la voz de mi madre era
horrible. Casi no tenía voz.
“Madre ya tengo la piedra” —la informé.
“¡Qué alegría! Vuelve. La necesito” —me
rogaba.
“¿Va a dejar que me despida?”
“Hija, por favor. La necesito. Ya
escuchas como estoy” —la voz era ahora llorosa.
“Solo será un momento” –le aseguré—. “En
cuanto esté lista rozaré de nuevo el collar y volveré”
Rocé el collar y la conversación terminó.
Me giré hacía Sam que parecía ausente.
—Mi madre quiere que vuelva ya
—expliqué—. Necesita la piedra.
—Nos dejas. Te vas —su tristeza se notaba
en su tono de voz—. Me gustaría acompañarte fuera.
Nos levantamos y fuimos a la barra.
Quería abrazar por última vez a Helena. En la barra, Helena agarraba a Daniel
que parecía mareado.
—¿Estás bien? —le pregunté a Daniel
viendo la mala cara que tenía en ese momento.
—Sí, tan solo estoy un poco mareado,
Charlotte. Pero gracias —empezó a dar arcadas y Helena tuvo que llevárselo a
los cuartos de baño de nuevo.
—No te preocupes se pondrá bien, siempre
lo hace. Bebe de más y acaba así —me tranquilizó Sam que no se había separado
de mí.
A mí no me preocupaba si se encontraba
mal por las copas. Puede que los síntomas fueran de una borrachera pero
teniendo en mis manos la piedra me preocupaba que la culpable fuera yo.
—Tengo que irme pero no quiero irme sin
despedirme de Helena —rogué.
—Yo se lo diré luego e intentaré calmarla
—parecía sincero.
Cruzamos la pista y llegamos a la puerta
de la discoteca. Allí nos pusieron un sello por si queríamos volver a entrar
pero yo sabía que no volvería.
—Aquí detrás hay un parque podemos ir
allí —sugirió.
Los dos andamos hasta el parque que él
había mencionado. Estaba desierto. Eran las cuatro de la mañana, no
pretendía que estuviera lleno de gente. No paramos en un banco y nos sentamos.
No sabía que decirle así que le agradecí que hubiera recuperado la piedra por
mí sin tener que traicionar a Helena.
—Muchas gracias, Sam —dije dejando caer
una de mis manos en su pierna—. Por la piedra. Por todo.
—Vuelve conmigo —soltó haciéndome quitar
en seguida la mano de su pierna.
—Sam, sabes que no puedo. He venido aquí
contigo para despedirme —dije— Me voy.
—Tenía que intentarlo —replicó pero aun
así inclinó la cabeza y me besó.
Me cogió de sorpresa pero dejé que me
besara. Sus seguían igual de cálido que la primera vez que tocaron los míos. Me
iba a costar irme, sobre todo ahora. Puede que estuviera paranoica pero creo
que he sentido algo por él. En todo este tiempo he sentido algo por él pero no
lo iba a reconocer ahora.
Nos separamos y el abrió los ojos delante
de mí.
—Lo siento —se disculpó—, me he dejado
llevar.
—Creo que es hora de que me vaya
—anuncié, sintiéndolo en el alma.
Me levanté del banco y Sam me siguió.
Toqué el collar y este volvió a brillar. El brillo del collar se me hacía
normal pero en ese momento vi que no lo era. Ahora brillaba con mucha más
fuerza. Tenía que tener la fuerza para llevarme al Limbo.
Sam me observaba un poco alejado.
Le dije con la mano que se acercara y él lo hizo. Lo abracé y estando en sus
brazos todo se estaba volviendo negro. Miré su cara por última vez. Lo iba a
echar de menos. Todo esto lo iba a echar de menos.
Todo se volvió como a la ida. Negro. Pero
antes de sumirme en un sueño oí la voz que me decía:
—Prometo que te llamaré estés donde
estés.
Y caí en un sueño profundo esperando
llegar a mi verdadero hogar.
FIN DE LA PRIMERA PIEDRA.
Me as echo llorar!!! TToTT
ResponderEliminarNo creí que ya fuese a terminar la primera piedra... pero por lo menos todo terminó bien. O eso creo. Espero que no le pase nada serio a Daniel y haya sido sólo la borrachera... También es una lástima que se haya tenido que despedir de dos personas a las que quería tanto, pero me alera que vaya a seguir en contacto con Sam.
ResponderEliminarPrecioso capítulo, espero con ansias el próximo <3.
Wow... Me ha encantado este capítulo...
ResponderEliminarEspero que Harmonía vuelva a saber de Sam y de Helena, y que a Daniel no le pase nada...
Ohhh pobre Helena y Sam. Estarán fatal.
ResponderEliminarMe alegro de que Daniel no hay muerto, como una vez soñó Charlotte. Aunque estaba un poco raro... Pero será que casi estaba medio ciego.
La despedida fue muy emotiva. Si es así en las siguientes piedras, creo que me romperás el corazón más rápido que nada :'(. ¡Con lo bien que parecían estar todos! Menos Afrodita, claro.
Espero que la cosa no se complique mucho y que todo vaya bien, aunque algo me dice que no haha :)
Un beso enorme!
¡Heeey Patri!
ResponderEliminarSiento no haber podido comentar antes, pero que sepas que he estado siguiendo tu historia todo este tiempo. Y bien es cierto, como dijeron las demás, que la historia se produce en un periodo de tiempo rápido, pero entiendo que no te puedes entretener mucho porque hay cinco piedras que encontrar (ahora solo cuatro)
La trama de la historia me parece muy original y me ha encanado saber que la escribiste a partir de 'Heartbreaker' de Auryn.
Los personas me han gustado mucho, sobre todo Helena, aunque es una pena que Charlotte tengo que dejarlos para ayudar a su madre. Espero que el resto de las historias hasta tener todas las piedras no sean como esta porque si Harmonía tiene que encariñarse con gente para luego dejarla va a ser muy triste.
Tengo muchas ganas de leer la próxima parte. :)
Love always, B.